lunes

si non e vero...


Andaba hace unos días por Internet y caí en una página en la que se cuenta cómo el Ginkgo biloba sobrevivió a la bomba de Hiroshima, mientras que el templo construido junto a este árbol quedó en los meros cascotes.

Esto me trajo a la memoria un cuento que escribí hace unos cuantos años para un periódico familiar que sacamos un par de veces al año.

No tenía mas pretensiones que las de entretener a mis benévolos lectores: tíos, primos, sobrinos y demás familia (como en las esquelas de antaño).

Me llevó, sin embargo, una semana de googleo por la red para conseguir un cuento en el que tiempos, y lugares tuvieran una cierta relación con la realidad.


Con la misma intención 

de –quizá- entretener a algún lector, paso el cuento a este post. Se non e vero..



La historia de   Ginkgo(30 de mayo de 2008)


He sacado de Internet una historia que me ha parecido interesante:

Los que vivís en Madrid les conoceréis seguramente si habéis visitado el Parque del Oeste, donde hay hermosos ejemplares.

  Ginkgo Biloba del Parque del Oeste, en Otoño

Como en la historia de Caperucita, (que desapareció hasta que el cazador terminó por sacarla de la barriga del lobo), nuestro Ginkgo también desapareció durante milenios, hasta que...

ahí va su historia.

Hace 270 millones de años, aparecieron los ginkgos. Vivían felices en su bosque mesozoico. 

Agarrados a su parcela de bosque, vieron el nacimiento, esplendor y declive de los dinosaurios. También asistieron al nacimiento de los mamíferos, pequeños seres peludos, dotados de ojos inquisidores. Veloces, impredecibles, inquietantes como rabos de lagartija.

Según el registro fósil, alcanzaron su máximo desarrollo en el período Jurásico en el que se llegaron a contabilizar 19 especies diferentes...


Ginkgo fósil, con sus hojas
en forma de abanico
Junto a ellos vivieron otras especies de árboles: secuoyas, cipreses y pinos, y helechos arborescentes son algunos de los que han pervivido de aquella época.

No era fácil la vida en la selva jurásica. Tuvieron que sobrevivir a un infierno verde de nieblas espesas, calores sofocantes, lluvias constantes. Imagino las miríadas de insectos subiendo por su tronco, chupando de sus hojas, anidando en sus ramas...


Una mañanita de Dios, 

hace 65 millones de años, la selva se llenó de rumores, -primero- explosiones, -después- temblores, -más tarde- y oscuridad negra y aterradora finalmente.

Flora y Fauna interrumpieron sus diarios quehaceres para analizar la situación. Unos a otros se miraban, se interrogaban, se pasaban las últimas noticias:

“En algún lugar, lejos, en la otra punta del mundo, mas allá de donde nace, mas allá de donde muere el sol, ha caído del cielo una enorme piedra, la hemos visto recorrer el horizonte, dejando una estela rojiza..” -dijeron agitando nerviosamente sus agujas las altísimas secuoyas.......
“Del Cielo no pueden caer piedras, porque no hay piedras en el cielo¡¡” -gritaron al unísono los helechos arborescentes mientras agitaban sus frondas. (Ya por aquel entonces, a pesar de que eran plaga, se consideraban una rareza especial: como aquel que dice, un fósil viviente).
Pinos, Cipreses, Ginkgos, y otras especies de árboles (cuyo nombre desconozco y, por tanto, no salen como protagonistas en este cuento), no tuvieron nada que comentar: inclinaron sus copas resignadamente, y esperaron tiempos mejores.


Y pasaron los años,

y pasaron los siglos, y pasaron los milenios....

Para nuestro querido nGinkgo la vida ya nunca fue igual. Apenado por la muerte de tantos y tantos compañeros y congéneres, deprimido por el horrible espectáculo, ahogado por los vapores sulfurosos de los volcanes, por las cenizas candentes que a diario cubrían su copa, tuvo gravísimos problemas para sobrevivir. Nunca volvió a ser el Ginkgo alegre, coqueto, cimbreante de hace unos millones de años...


Hace 7 millones de años, 

se extinguieron los Ginkgos en América. Los últimos registros fósiles aparecen en Europa, con una antigüedad de 2,5 millones de años. De las 19 especies que vivieron en tiempos de los primeros mamíferos, en tiempos de los últimos dinosaurios, no quedó ni una.

-¿Ni una?????????????? (dirían Goscinny y Uderzo al unísono).

-No!!!!!!!!!!!!!

En 1691, el naturalista alemán Kaempfer, encontró algunos ejemplares de Ginkgo (G. Biloba) en el jardín de un monasterio budista. Estos arbolitos eran cultivados por los monjes debido a sus cualidades medicinales.

No se sabe bien si los antepasados de todos los ginkgos actuales han sido cultivados por el hombre, y que ninguno ha sobrevivido en estado salvaje, o si las pequeñas manchas de bosques de ginkgos de Zhejiang, son las últimas especies salvajes.

Pero  esto NO es todo, 

Amigos; una última historia de nuestro superviviente nato:

Este arbolito es de una resistencia increíble. (De ahí mi creencia de que, tras el Meteorito, lo que le mató fue la tristeza): 

  • No sufre enfermedades ni plagas, vive tranquilamente en los lugares mas contaminados, y resiste climas extremados. 
  • Tampoco muere fácilmente en caso de incendio, y aguanta lo mismo a pleno sol que en lugares muy sombríos.
El joven templo, junto al viejísimo ginkgo
Finalmente, hay constancia de la supervivencia a la radioactividad: La bomba de Hiroshima destruyó, entre tantos y tantos edificios, un pequeño templo budista, cuyo jardín alojaba un hermoso ginkgo... que salió airoso de la prueba.

Hoy en día puede verse el templo reconstruido, junto al viejo, añoso, maltratado ginkgo que acompañaba al templo original.

Nota para los aficionados 

a la botánica: 

Ginkgo Biloba es único en su 
  • especie (G. biloba), 
  • género (Ginkgo), 
  • familia (Ginkgoaceae ), 
  • orden (Ginkgoales) y 
  • clase (Ginkgoopsida).


Para que os hagáis una idea de lo solito que está en este mundo, hay más distancia (evolutiva) entre un manzano y un ginkgo (ya que son de clase diferente) que entre un canguro y un ser humano (los dos son de la clase de los mamíferos).

Bueno, ahora SI que esto es todo, amigos.

Recibid un fuerte abrazo de vuestra

resistente, superviviente, cimbreante (léase renqueante)

fósil,

Anciana abuela  


..y Feliz Semana Santa, que me voy de picos pardos y no creo que tenga tiempo de escribir hasta pasado Pascua.


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